Hay muchos factores que afectan la salud y el aspecto de tu cabello. El calor, el frío, el clima seco o demasiada humedad. Los tratamientos como el aclarado o la tintura pueden resultar muy dañinos y resecan el cabello. Pero a no desesperar que hay maneras de ayudarlo a mantener la vitalidad y la salud.
Por ejemplo, si tenés el cabello decolorado o muy seco, tenés que protegerlo de las fuentes de calor y del sol. Usá un protector térmico y un filtro de rayos UV capilar. La clave con los cabellos resecos es buscar un tratamiento que les devuelva la humedad para que no se vuelva quebradizo y pierda brillo.
Uno de tus mejores aliados para restaurar tu cabello son las mascarillas capilares. Te aportan hidratación y nutren en profundidad para reparar el dañado y protegerlo de agresiones externas. Se diferencia del acondicionador en que tiene más activos, protege y da fuerza y trata al cabello en profundidad. Conocer cuál es el daño que querés reparar facilitará la selección de una mascarilla apropiada.
Aplicala desde la mitad del cabello hasta las puntas y dejála actuar alrededor de 10 minutos. Finalizá enjuagando muy bien tu cabello. Los expertos recomiendan no dejar la mascarilla en el cabello por más tiempo del sugerido en el envase ya que la exposición a la humedad durante mucho tiempo puede generar que se abra la cutícula, causando el efecto contrario al buscado: se favorece la deshidratación del cabello.
Si tenés un cabello sano, usala una vez por semana, pero si está muy dañado usala dos o tres veces de semana por un par de semanas como tratamiento de recuperación profunda. Una vez que sientas que tu cabello se ve y se siente mejor, podés bajar la frecuencia a una vez por semana.
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